Hoy nuestras compañeras han realizado una exposición sobre
un artículo relacionado con los niños con dislexia y la lectura. Me ha llamado
mucho la atención una frase que han dicho y es que los niños con dislexia no
son niños con problemas cerebrales o mentales. No podemos etiquetar a un niño
de enfermo o retrasado solo por el echo de tener una alteración como esta.
Seguidamente hemos hecho una actividad planteada por el
profesor donde teníamos que escribir lo que el nos dictaba con la mano contraria
a con la que escribimos normalmente. El dictado estaba en italiano y nos hemos
dado cuenta que lo que estábamos oyendo no sabíamos leerlo, ni siquiera sabíamos darle un
significado. Era algo extraño para nosotros. En ese momento me he puesto a
pensar en como se debe sentir una persona con dislexia en una clase donde todos
los niños no la padecen. Estos niños confunden las letras, asocian significados
y significantes de manera errónea, tienen una dificultad en la elaboración de
las reglas de correspondencia entre los grafemas y los fonemas…
Tal vez en muchas ocasiones no nos damos cuenta de esta
alteración y yo como futura docente creo que es imprescindible tratar y sobre
todo detectarla. Debemos adaptar el tiempo y el nivel a estos niños porque
muchas veces ellos mismos se sienten desmotivados por no llegar a ser capaces
de hacer lo que su compañero de mesa hace con facilidad; por ser el niño que
siempre pregunta en un dictado para que le repitan porque se ha perdido o no sabe
escribir lo que le han dicho. Y ya que siempre hablamos de inclusión, pongámosla
en marcha en todos los sentidos.
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