Autismo en el aula

Ayer, aprovechando las exposiciones que tenían nuestros compañeros en clase sobre el autismo, contamos con la suerte de tener presente en el aula a la madre de un niño autista y a dos de sus profesores. Antonio es un chico con autismo que cursa 5º de conservatorio y que se le da genial la música. Con este primer dato quiero destacar como los niños con autismo también tienen sus habilidades.

El autismo es un trastorno psicológico que se caracteriza por la intensa concentración de la persona en su propio mundo interior entre otras tantas características. Tal y como decía la madre, un niño con autismo necesita tener ayudas, y las más importantes somos nosotras mismas. Necesitan una persona a su lado para aprender a hacer las cosas, a la vez que también tenemos que saber como trabaja este niño. Tal vez el niño no te responde a un estímulo porque el cerebro no le manda esa orden para que lo haga. Y por ello no debemos poner malas caras o dejar al niño por "algo" que no puede mejorar, porque ante todo debemos tener claro el concepto de inclusión. Otra reseña muy importante de la madre y profesores es que para ellos es muy difícil ver que lo que ellos están sintiendo yo no lo estoy entendiendo. Con tan solo un gesto, un niño autista nos puede estar expresando que está contento; y eso debemos saber captarlo y trabajarlo.

Con respecto a los otros niños, la presencia de un niño autista en clase puede llegar a ser algo normalizado, aunque somos nosotros los que debemos explicar que son diferentes.  El cómo trate el docente a ese niño también va a ser un modelo para los compañeros, incluso más que las propias relaciones que ellos mantengan con él.

Debemos ser creativos, dejar atrás la rigidez y pedir apoyos sobre todo de personas. No podemos olvidar que nuestra función principal como futuros maestros y maestras de infantil es detectar. Y a partir de ahí dar a nuestros niños todo nuestro corazón.

Me ha servido de mucho esta clase, la presencia de ellos me ha ayudado mucho a comprender como puede ser una educación con un niño de estas características. A veces la teoría sirve de poco si luego en la práctica no lo aplicamos. Desde aquí agradecer a estas personas por su presencia y ayuda en nuestra clase.

Disortografía y disgrafía

Ayer nuestras compañeras llevaron a cabo la exposición sobre la disortografía y la disgrafía.

La disgrafía es la deficiencia que afecta a la calidad de la escritura del niño , es decir, una mala caligrafía. Por otro lado la disortografía es de carácter evolutivo asociada al propio ritmo de maduración y aprendizaje y a déficits madurativos y/o errores en la interiorización de los hábitos escritores, es decir, cuando el niño se salta las reglas de ortografía y en lugar de escribir helicóptero, escribe "elicoptero".  Las causas pueden ser tanto instructivas como personales, dependiendo de su inmadurez física y psicológica. 

Algunos de los tipos son:

-De tipo disléxico: cuando se dan errores en el trazado y en el contenido.

-De tipo motriz: afecta al trazado de la escritura y una espaciación errónea.

Finalmente tenemos la disgrafía evolutiva y la sintomática o secundaria.

Para detectar estas deficiencias debemos llevar a cabo una observación en el aula, una tarea que nos toca principalmente a nosotras como futuras maestras de Educación infantil. Del diagnóstico y tratamiento debe hacerse cargo un especialista. 

Como papel de docentes debemos fijarnos en el grafismo, en su esquema corporal, en su personalidad, en su coordinación visomotora entre otros muchos aspectos para su detección.

Una vez detectado, la intervención en el aula se hará mediante unas técnicas preparatorias para orientar y mejorar aspectos concretos de la escritura, como son las técnicas escriptográficas y las técnicas pictográficas.

Por último y para terminar con este tema, me ha llamado mucho la atención como se inicia al niño en el ámbito de la escritura, y es que el grafismo llega al final. Hay muchas cosas que hacer antes de coger un lápiz.

Por qué los bebés de seis meses no solo entienden "mamá" y "papá".

Parece mentira como los niños tan pequeños saben asociar la palabra que se les dice con la imagen que corresponde. El ejemplo que se pone en este artículo es de un pañal. Se le pregunta a una niña de seis meses que ni siquiera sabe hablar ni señalar donde está el pañal. La niña desvía rápidamente su vista a la imagen de un pañal proyectada en una pantalla. Me llama mucho la atención como los niños absorben tantos conocimientos de los mayores sin darnos cuenta.  Con solo oír esa palabra de sus padres o algún sujeto conocido saben asociarla a lo que es, aunque ni siquiera puedan deletrearla. Se ha demostrado también que se apoyan en las relaciones semánticas de las palabras para decidir su significado. Un bebé podría saber que nariz nunca se refiere a un libro, pero no saber si nariz puede referirse a una boca.

También cabe destacar la influencia que tiene el entorno social en la comprensión general que presentan algunos niños, ese carácter social del aprendizaje del lenguaje con el contacto directo. Se comprobó mediante un estudio que los bebés que estaban acostumbrados a que les nombrasen objetos de su entorno tenían mejor comprensión en la prueba de las fotografías que los que oían una cantidad similar de palabras en casa, pero sin ver a qué hacían referencia estas.

Se da un aprendizaje significativo donde el niño relaciona la información nueva que le llega con la que ya posee. Concluyo diciendo que es impactante y sorprendente la riqueza de la información que los niños reciben en sus interacciones del día a día, porque como bien dicen, todos los niños son esponjas y absorben todo lo que los mayores dicen y hacen.

¿Hay algo más aburrido que ser una princesa rosa?

¿Todas las princesas tienen que vestir de rosa? ¿y todos los príncipes tienen que hacerlo de azul?. Desde pequeñitos en todos los cuentos nos hemos encontrado princesas bonitas, con largos vestidos rosas y muy finas y arregladas. Ellas siempre se casaban con hermosos príncipes que las querían mucho y estaban muy enamorados. Pero muy pocas veces nos hemos encontrado cuentos donde las princesas hayan saltado en charcos de barro como sus amigas de clase, o nunca hemos visto a las princesas ir con los animales a jugar. Tampoco los príncipes hacían lo mismo que sus amigos del barrio o del colegio. Pertenecer a una clase u otra no nos excluye de hacer aquello que nos gusta hacer. En este cuento la niña tiene que vestir siempre de rosa por ser princesa y el príncipe siempre de azul. Ella está cansada de eso y quiere viajar, quiere jugar y hacer todo lo que las demás personas "de calle" hacen.
Por otro lado el príncipe también tiene el mismo derecho a vestir de rosa, o de verde o como el se sienta cómodo. Y me pregunto ¿por qué no?.

Terminemos con todas esas etiquetas que nos enseñan desde que somos pequeños y cojamos un balón de fútbol siendo una chica y juguemos con el o cojamos unas cocinitas si somos chicos y juguemos a preparar nuestra propia comida.

La princesa finalmente es autorizada para vestir de otros colores y hacer lo que ella misma quiere hacer al igual que el príncipe que puede vestir de rosa o como le parezca. Y dejadme decíos que ese si que es un final maravilloso.
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